Equipo Directivo

  • Director: Fernando Lajara Quintana
  • Directora de E. Infantil: M.ª José Santos Muñoz
  • Director de E. Primaria: Jesús Pavón Guerra
  • Director de E. Secundaria: Daniel García Estebaranz
  • Secretaria: M.ª del Carmen Teijeira Rodríguez

Hay momentos en los que la vida, con sus bofetadas de realidad, te invita, te exige, te obliga a hacer una pausa en ese devenir sin freno que es vivir y mirar hacia atrás. Cuando lo haces, son muchas las enseñanzas que el pasado te depara… Estaba yo en ese proceso este verano, recordando: cómo mi incontinencia telefónica llevó a mis padres a comprar un candado para la “rueda” del teléfono; el primer “cassette” que me regalaron; la forma en que quedábamos los amigos para salir y qué hacíamos si alguien no llegaba; los viajes interminables por esas carreteras nacionales de un solo carril por sentido…

En cualquier recuerdo atisbaba la abismal diferencia entre esas actividades  o experiencias y las que hoy tendrán mis hijos; y cuando intento explicarles cómo eran en mi época, encuentro serias dificultades. ¡Desde luego no entienden muy bien cómo se podía poner un candado a un teléfono! Sin embargo, hay una en la que todavía, varias décadas después, encuentro más que notables similitudes: casi no encuentro diferencias entre lo que mis hijos hacen hoy en las aulas y lo que hacía yo cuando estaba sentado en esos pupitres hace ya mucho tiempo. Y lo que probablemente sea peor, tampoco encuentro sustanciales diferencias entre mi actividad de profesor y la de mis profesores de antaño.

La educación sigue, aún hoy, un modelo que tiene su fundamento en la expansión de las sociedades industriales, y cumplió con notable éxito su función. Pero hoy en día la automatización  está terminando con ese modelo productivo; la sociedad ha cambiado radicalmente: la educación también debe hacerlo.

Cualquiera es consciente de que ese es un cambio esencialmente tecnológico. Con tales premisas la conclusión parece clara: en una sociedad tecnológica, la educación también debe serlo. Pero cuidado, como casi siempre las formas definen el resultado final. La tecnología es oportunidad, es posibilidad, pero de nuevo, como casi siempre, el mal uso puede provocar resultados aberrantes.

Imaginemos un escenario común. Planteamos al alumno un trabajo de investigación sobre el origen de Roma. En el modelo tradicional el alumno, con la suerte de tener una enciclopedia en casa, buscaría “Roma”; leería lo que allí aparece y sintetizaría el resultado en unos cuantos folios manuscritos o mecanografiados. Desde luego, poca investigación hay en ese proceso. Vayamos al modelo tecnológico. El alumno desde su ordenador podrá consultar diversas fuentes, contrastar puntos de vista y de esta forma construir su trabajo analizando, criticando, sintetizando… Sin duda, más cercano al objetivo deseado. Pero la tecnología mal utilizada puede redundar en resultados perversos. Podemos encontrar el caso del alumno que busca en Google “origen de Roma”, copiar, pegar y trabajo realizado. Incluso si el alumno no es muy crítico, puede acabar escribiendo que Roma fue fundada por marcianitos verdes.

Venimos dando en los últimos tiempos pasos decisivos en esa modernización tecnológica de nuestro Colegio, pero creemos que debemos ser insistentes en estar alerta para que ese cambio tenga los efectos positivos que buscamos y no otros perniciosos. Tenemos la oportunidad y la obligación de, junto a las familias, buscando con ellas sintonía y colaboración, tutelar y guiar a nuestros alumnos en el uso responsable de esas nuevas tecnologías que son ya para ellos elemento imprescindible en su formación y en su propia vida. Para este curso escolar 2019-2010 este se convertirá un nuestro primordial objetivo y estamos seguros de que, con la imprescindible colaboración de las familias, el resultado será muy positivo.

30 de agosto de 2019

Fernando Lajara Quintana, director

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